jueves, diciembre 21, 2006

"MAGNOLIAS DE ACERO", Mujeres en la peluquería.

De entrada comentar que a mí "CARAFUR" nunca me ha resultado un grupo con una trayectoria especialmente interesante. He visto antes de estas magnolias dos montajes suyos de los cuales ni siquiera he logrado recordar sus nombres; cada uno me resulto exactamente igual que el otro y por reseñas que he leído de otros espectáculos suyos, me temo que así debe ser con los demás. Sus obras están más próximas a El club de la comedia y 5 mujeres/gays/solteros/etc.com y otros inventos por el estilo que han sido diseñados en estos años de pobreza cultural para atraer principalmente a la gente que no se arrima a un teatro ni a punta de bayoneta. Así, pues, no esperaba demasiado de esta versión de la obra de Robert Harling que el director Herbert Ross ya llevó a la gran pantalla hace algunos años con un estupendo elenco femenino que incluía a una incipiente Julia Roberts entre sus protagonistas.
Pero una procura no tener prejuicios cuando se trata de teatro y este cambio de registro en la compañía ilicitana se merecía al menos un voto de confianza por mi parte... Y el esfuerzo mereció la pena.

Y mereció la pena principalmente por el excelente trabajo de las seis actrices que durante dos largas horas supieron mantener al público enganchado a las peripecias de sus personajes, compartiendo con ellas sus emociones, alegrías, tristezas... todo ello gracias a un trabajo colectivo de composición más que elogiable. De todas ellas, mención especial para Susi Muñoz, como Truvy, dueña de la peluquería donde se desarrolla la totalidad de la acción, que supo manejar el tempo de la obra perfectamente, sirviéndole de contrapunto Laura Rodríguez, magnífica también como interprete de la entrañable Anelle, la tímida y despistada aprendiz de la que pocos datos conocemos al comienzo de la trama. A través de ellas, el resto de actrices fueron subiéndose perfectamente a ese carro conforme iban apareciendo sin que ninguna desentonase lo más mínimo.

Pero el principal milagro de esta puesta en escena es que el logrado ritmo de diálogos y réplicas, la fuerza de los personajes y el movimiento en escena de los mismos, sin apenas indecisiones, hizo que tuviéramos la sensación de estar ante una obra rodada y no ante un estreno, con todos los nervios e imprecisiones que esto conlleva, lo cual habla muy positivamente del trabajo de equipo de este grupo.
Leí en algún comentario en prensa que el director no dejó ver la mencionada película a las actrices para que estas se vieran libres de su influencia. Bueno, puede que sea así, aunque era más que evidente que al menos su director si se la había estudiado bien, recreando la estética e incluso algunos gestos y situaciones de los personajes en las actrices de su grupo. Al margen de esto, la dirección es correcta, limpia, casi invisible. Da la sensación que no ha pretendido imponer nada sino dejar hacer a estas actrices. Y quizá haya sido lo más sabio a la vista del oficio y buen hacer que estas demuestran sobre el escenario. Un grupo de amigas que se nota que se entienden a la perfección dentro y fuera de escena. Y esto logran transmitirlo al espectador.

Al final, ovación general, público puesto en pie, ¡viva!, ¡bravo!, ¡la madre que te parió!... Pero no debemos dejarnos omnubilar por los dorados oropeles del éxito. Algunos detalles delataban la condición de grupo amateur y nos recordaba a aquellos espectadores que no teníamos a ninguna prima sobre el escenario que nos encontrábamos en el ámbito de lo doméstico.
Uno de esos detalles fue el nulo uso dramático de la iluminación. Este es ya un síntoma crónico de casi todos los grupos ilicitanos aficionados: el total desprecio por un elemento tan importante en escena como es la iluminación, el equivalente a la "fotografía" en cine. Es cierto que la obra, con una puesta en escena realista no se presta a muchos alardes luminotécnicos pero se hubiera agradecido una gradación en esas luces, cuando no ya algún que otro efecto dramático que potenciara las interpretaciones. Nada de esto existe, la luz se limita a "alumbrar" a las actrices, provocando cierto cansancio en el espectador. ¡Y en los créditos leo que hay dos diseñadores de iluminación!
El otro aspecto es un error de raíz y que potencia aún más el aspecto de "montaje amateur" mal entendido: la no correspondencia de los personajes con la edad real de las actrices. Así, el trabajo de una actriz tan capaz como Ester Poveda se vio perjudicado por tener que interpretar un personaje que seguramente le dobla en edad (y el poco aspecto juvenil de Ángela Girona como su hija no ayuda precisamente a la causa). Más evidente resulta todavía en la persona de Isa Velasco que se ve en la difícil papeleta de interpretar a Ouiser, la vieja amargada que en el film era interpretado por Shirley McLane, sin que en ningún momento nos haga olvidar que en realidad se trata de una actriz joven que le "ha tocado" interpretar a la anciana.
Para un público objetivo, que no se dejara llevar por la catarsis del momento, estos detalles le restaron credibilidad al relato y fuerza al conjunto.

No obstante - y quiero terminar esta crítica en positivo porque creo que es de justicia- estas circunstancias no restan mérito al estupendo trabajo de sus actrices y director que aprobaron este examen con nota alta y que, desde luego, supuso un gran paso adelante para todos ellos. De hecho, la que suscribe estas palabras les augura futuros éxitos en los diversos certámenes amateurs que campan por nuestra geografía, vocación más que loable esta y para la que parecen concebidas especialmente estas Magnolias...
("Magnolias de Acero" fue estrenada en el Gran Teatro de Elche el 24 de Septiembre de 2006).

Próximas críticas teatrales: "No es tan Fácil" de Calandraca y "Uno, Dos, Tres maletas" de Garou Teatro.

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