domingo, abril 22, 2007

"G. LEROUX O EL ESPECTRO DE PARÍS", El Fantasma visita el Gran Teatro.


Para comenzar mi artículo me gustaría plantear la siguiente cuestión: ¿Tiene Elche la suficiente infraestructura para permitir que un grupo de teatro local prepare un montaje de tal envergadura como supone esta versión musical del clásico de Gastón Leroux, “El Fantasma de la Ópera”? ¿Puede algún grupo local, en un alarde de Megalomanía, plantearse un montaje tan complejo como el que aquí nos ocupa y salir airoso de la empresa? Viendo este “Gaston Leroux o el Espectro de París” la respuesta es un rotundo NO.
Y si comienzo mi crítica con esta premisa es simple y llanamente por que creo que el error de base de este espectáculo ha sido querer pegar un bocado demasiado grande. El querer remedar el éxito mundial del musical de Webber partiendo esta vez (o al menos eso afirman sus creadores) del original literario, puede ser un astuto ejercicio de oportunismo perfectamente lícito pero condenado al más estrepitoso fracaso si no se cuentan con los mimbres necesarios para realizar esta empresa.
Y no es que carezca de alicientes este trabajo. Bien al contrario, un montaje que cuenta con gente que ya ha demostrado de sobra su oficio tales como Pedro Pomares, J. M. Garzón, Esther Poveda, Mariano Martínez, etc, etc plantea una serie de expectativas que desgraciadamente no llegan a cumplirse en ningún momento.

El problema, como digo, es de base: un espectáculo de este calibre sólo puede hacerse de dos maneras: "en serio”, con profesionales que cobren sus ensayos para garantizarse una cierta exclusividad que permita la correcta ejecución del montaje, o en plan amateur, con chavales que pongan toda su ilusión y empeño en el proyecto y saquen tiempo de debajo de las piedras para llevar a delante su puesta en escena. Visto lo visto la opción que se ha escogido ha sido de todas la peor; un híbrido entre las dos anteriores: querer contar con gente solvente pero trabajarlo como si de un grupo de aficionados (en el peor sentido de la palabra) se tratara.


El resultado, como digo; un absoluto caos, un espectáculo que da la sensación que están improvisando conforme lo hacen frente al público. No hace falta ser una entendida en la materia para darse cuenta de que falta ensayo, mucho ensayo. Ni siquiera los anteiormente mencionados Garzón o Poveda brillan como se espera de ellos. La potente voz de Pedro Pomares no es suficiente para levantar el espectáculo, antes bien, curiosamente, es a raiz de la aparición del espectro cuando el caos y el desastre es ya total.

Pero vayamos por partes.
El primer error de bulto surge de la propia DRAMATURGIA. No he conseguido ver en el programa de mano quien es el responsable de esta adaptación. Posiblemente por que no lo hay. Y es que la más que atractiva idea de fundir en la acción al creador, Gaston Leroux (Garzón) con su criatura (Pomares), como si de un nuevo Dr. Frankenstein se tratara, es completamente desaprovechada y mostrada de una manera totalmente confusa. Se torna muy dificil seguir la acción de la obra si no se ha leído antes el libro o visto alguna de su versiones teatrales o cinematográficas. Si ha eso unimos la total falta de ritmo, de nervio en la acción (fruto de nuevo, sin duda, de la falta de preparación) tenemos un espectáculo de dos horas y media absolutamente tedioso y que apenas se basa en algunas canciones resultonas y dos o tres golpes de efecto más o menos afortunados, normalmente relacionados con la aparición y desaparición del Fantasma.

El APARTADO TÉCNICO es también preocupante. La iluminación completamente improvisada. ¿Puede pasar esto por un montaje profesional cuando constantemente vemos actores fuera del foco y luces que se encienden y apagan sin orden alguno, fruto de errores de coordinación? Incluso la edición musical es horrorosa, con bruscos cortes y cambios de ritmo. De la escenografía ¿qué decir? Representa la tramoya de la Ópera de París y, en circunstancias normales podría haber dado mucho juego. De este modo, solo se convierte en algo muerto y completamente desaprovechado.

Con los ACTORES no puedo cebarme. Insisto en que sería injusto juzgar un trabajo como este, improvisado, donde solamente los que interpretan los roles más cómicos (Amaya Ruiz, Mariano Martínez y Ángel Nicolas) parecen sentirse a gusto. Demasiado a gusto por que tampoco a ellos se les ha debido dirigir, dando rienda suelta a todos los excesos imaginables y provocando, de este modo, todavía más ruptura entre los distintos registros actorales.

En fin, podría seguir así, párrafos y parrafos pero no me apetece. Aunque pueda parecer lo contrario, no disfruto haciendo este tipo de críticas. Cuando pago 12 € me gusta pasar un rato ameno, un espectáculo acabado, digno. En esta ocasión no lo ví, me sentí estafada y como yo muchos espectadores. Y, como digo, esto no es plato de buen gusto ya que admiro el trabajo tanto de J. Manuel Garzón como de Pedro Pomares. Pero tendrán que esmerarse mucho más la próxima vez. No confiar tanto, en un alarde de vanidad, del talento y oficio del que disponen (que nunca lo he dudado) y si en el trabajo, en el rigor y el esfuerzo que el público merece sentir cuando paga para ver una obra de teatro.
"G. Leroux o El Espectro de París" se representó en el Gran Teatro el Viernes 13 de Abril de 2007.