domingo, julio 26, 2009

"EL BAÚL DE LOS DISFRACES": un grupo nuevo que no lo es tanto

Un animal , planta , u cualquier otro organismo, necesita crear más células para continuar creciendo. Durante su crecimiento, una célula se divide en dos. El proceso mediante el cual el material genético contenido en el núcleo de una célula (cromosomas) se divide se conoce como mitosis. No, no es que me haya vuelto loca y haya transformado mi blog teatral en uno para estudiantes de biología. Si explico esto es precisamente para ilustrar un fenómeno que se da con frecuencia en multitud de grupos teatrales y/o musicales. Una división de sus células para dar lugar a otra formación teatral o musical.
Esto parece haber sucedido con un grupo que ya empieza a ser veterano en los escenarios ilicitanos como es Garou.

Pero me gustaría hacer énfasis en la primera frase de mi explicación sientífica: "para seguir creciendo". Y quisiera subrayar esto porque es un detalle que en ocasiones parecen olvidar aquellos que se separan de su “célula madre” con el objetivo de seguir progresando .
Garou, (origen de esta nueva formación) se ha caracterizado siempre por una irregular manera de plantear sus obras (búsquese en etiquetas, ya que he comentado un par de sus trabajos). Sus mayores virtudes se encuentran en un mínimo de “savoir faire” (recurriré al francés como guiño al montaje) de sus actores y en las virtudes de un texto más que en un trabajo suficientemente reflexionado y adecuadamente desarrollado. Un grupo que siempre apunta maneras pero al que da la sensación que le falta ese extra de oficio a sus trabajos para quitarse la etiqueta de “grupo de chicos” que se juntan a hacer teatro.
Tardis lejos de evolucionar y alejarse de esta tendencia, como hubiera sido deseable, la acentúa mostrando un trabajo al que le falta varios puntos de cocción para revelarse como un producto que trascienda de la mera discreción. Pocas veces me ha sido tan fácil ver las carencias de una puesta en escena ya que eran demasiado evidentes para todos los que asistimos a su estreno en La Llottja.

Para no extenderme demasiado simplemente diré que en ningún momento me parecieron que los tres actores de la función estuvieran a gusto en sus papeles, quizá debido a los nervios del estreno. Y es una lástima porque los tres realizan una meritoria labor, cada uno manteniendo sus personajes perfectamente durante las dos horas del montaje. Pero estaba claro que no se encontraban seguros. Y cuando se intuye que el artista titubea sobre el alambre, el público empieza a sufrir, pecado capital que debería evitarse a toda costa. Esto que digo quedaba especialmente en evidencia cada vez que la puesta en escena requería cierta coordinación entre ellos, o entre actores y escenografía o entre los intérpretes y los demás elementos técnicos (sonido, iluminación). Y esta sensación se acrecentaba más si cabe cuando venía un número musical. Está claro que lo de las canciones no le hacía ningún favor a la obra. Lucía García está perfecta en su papel (una idealización del amor de juventud) pero emborrona su trabajo cuando pretende además que la creamos como cantante. Gaspar Torres mantiene el tipo con buen oficio hasta que se lanza a hacer gorgoritos. Eso ya no es una cuestión de más o menos ensayos. Es cuestión de conocer las habilidades y las limitaciones de uno mismo, de potenciar las primeras y de disimular las segundas. Sobre todo cuando estos números musicales apenas aportan nada al asunto si exceptuamos la primera aparición de nuestra protagonista en el Cabaret, único número que podría estar justificado como presentación de un personaje. Un tercer actor, Matías González, interpreta con suficiente dinamismo al resto de pequeños personajes que pululan por la historia.

La escenografía se apoya básicamente en dos grandes armarios multifuncionales. Uno de ellos que ocupa la parte central de la escena, sirve a demás como pequeño escenario del citado Cabaret entre otras cosas. El otro, situado a un lateral es de donde surge el baúl de disfraces que da título a la obra. Personalmente me dio la sensación que tales elementos estorbaban más que ayudar a crear el clima adecuado a la obra y que esa escenografía estaba mal planteada desde el mismo momento de su gestación. Y es que una pieza de fantasía como esta, que transcurre en múltiples lugares del mundo, a cada cual más exótico (una estación de ferrocarril, un paseo en cabriolé, un cuartel general…) lejos de necesitar un mamotreto de tales características (al que además se le sabe sacar poco partido) hubiera requerido más bien pocos y ligeros elementos que pudieran emplearse de distinta manera en cada una de las escenas. Eso, unido al nulo empleo de la luz hace que los dos enormes armarios estén presentes durante toda la acción, echando por tierra cualquier sensación evocadora en el espectador.

En el balance positivo destacar de nuevo el buen hacer de sus tres únicos intérpretes. Aportan seriedad a su trabajo y en un proyecto más adecuado a sus posibilidades hubieran estado de notable. También logran trasmitir al público el trabajo que se ha hecho, seguro que ingente, así como su amor al medio que pisan. El espectador nunca se siente despreciado o engañado por unos actores que creen en lo que hacen y que se entregan en todo momento, algo muy de agradecer en los tiempos que corren.

Pero en general, y paradójicamente al tratarse de un nuevo grupo, el espectáculo me dejó un regusto a naftalina, a "déjà vu" (vuelvo al francés), a caduco. Caduco el texto (de una ñoñería infantiloide) que hubiera merecido más de un retoque (e incluso recorte, vista la duración final del espectáculo) y caduca la propia propuesta teatral, perdiendo una magnífica oportunidad para introducirnos en el mundo de fantasía que el título parecía presagiar. Habrá que seguir atentos al evolucionar de este grupo. A mí entender les toca reflexionar y dar un importante giro, buscar su sitio; para seguir por estos derroteros ya teníamos al antiguo Garou

Con esta crítica me voy de vacaciones. Espero que disfrutéis todos del veranito y que lo aprovechéis para ir madurando vuestros próximos proyectos. Yo volveré para hacer un recorrido por la próxima Mostra de Teatre Dama D´Elx, que se supone tendrá lugar la segunda quincena de Septiembre. ¡Besos a todos!


“El Baul de los Disfraces” se estrenó en la sala La Llotja el pasado 7 de Junio.
(Las fotos han sido extraidas de la página Facebook de Tardis Teatro)

martes, julio 07, 2009

EL ESPACIO INDECENTE: Nace una nueva Compañía

Una nueva Compañía surge en el panorama teatral de Elche. Y surge para contarnos cosas. El pasado mes de Mayo en La Llotja, la Cía. Algo Contigo puso en escena un espectáculo que recibe el sugerente título de "El Espacio Indecente" el cual fue presentado al público con anterioridad en el Gran Teatro con el nombre de "Mientras te esperábamos".
Ignoro los cambios que el montaje a experimentado con respecto a su estreno. Al ser una obra colectiva, imagino que estará en constante movimiento, evolucionando a cada paso que dé por los escenarios.
Lo que yo tuve la oportunidad de presenciar en La Llotja, como digo, fue una grata sorpresa en un mundillo teatral (el ilicitano) poco dado a estos experimentos. Un espectáculo que aúna danza (tenía que notarse la presencia de Cristina Maciá) e interpretación a través de cuatro actrices en continuo estado de gracia sobre el escenario: Emma López, Ana Esclapez, Esther Poveda y la propia Cristina. Exactamente el mismo elenco que protagonizó la bella "Las Mujeres y el mar" de La Carátula. Pero donde terminaba aquella, estas mujeres siguen adelante no resignándose a ofrecernos un espectáculo meramente estético, un ejercicio de virtuosismo que muera en sí mismo. "El Espacio Indecente" es algo más. Es mucho más. Un homenaje a la mujer, no, más bien a la actriz, en toda la amplitud de la palabra. Y lo hace encerrando a estas actrices momentos antes de una representación en un aseo, un espacio indecente, íntimo, donde la mujer es más mujer si cabe, alejada de ojos y oídos indiscretos.

El Espacio indecente es, además, una mezcolanza de danza contemporánea (sí, esa que no parece seguir un patrón rítmico, que busca la sugestión más que la representación), drama, erotismo y humor. El experimento, contra todo pronóstico, funciona.

Y funciona enprimer lugar por la profesionalidad de sus cuatro intérpretes. Existe feeling entre ellas; se nota. Se sienten cómodas juntas en el escenario y el público con ellas. Sólo así es posible llegar a ese streeptease íntegro en el que las actrices desnudan no sólo sus cuerpos, sino algo mucho más íntimo: su alma. Así lo entiende el público, que mantiene un silencio sepulcral a lo largo de toda la escena, manteniendo la respiración, consciente de estar siendo invitado a un momento de intimidad que nos está normalmente velado. Difícil, como digo, destacar a ninguna de ellas. Las cuatro bordan su papel. Si acaso mencionar a Cristina por su divertidísima creación que logra romper ese silencio entre los asistentes.

Funciona también, en segundo lugar, por el perfecto equilibrio que la dirección de Magda Labarga logra de todos los elementos señalados anteriormente. Al que quiera ver un espectáculo de danza, lo verá; el que quiera teatro también, en unos monólogos en su mayoría certeros, que logran retratar cuantro personalidades bien distintas. El que quiera disfrutar de un espectáculo bello, decir que en este sentido (iluminación, escenografía, música) también es impecable, condición esta indispensable para dotar de entidad cualquier montaje teatral que se precie de ser tomado en serio.
Es cierto que el espectáculo también tiene sus peros, ¿qué espectáculo no? Algunos momentos son claramente de relleno o no encajan tan bién en el conjunto. A mí personalmente no me convence esa ruptura de la cuarta pared que hacen las actrices para bajar a nuestro plano. No procedía. Tampoco aprovechan las virtudes muchas veces demostrada de una actriz tan capaz como Emma López. Su escena en el aseo es totalmente prescindible, máximo cuando las tres anteriores han tenido un nivel muy superior. Pero estos son unos pocos inconvenientes que no deben en modo alguno ensombrecer un trabajo meritorio, valiente y a la vez cercano.

Ha nacido una nueva compañía en Elche. Y ha nacido para contarnos cosas. Estamos todos de enhorabuena.

El Espacio Indecente se representó el pasado 2 de Mayo en La Llotja.
(fotos eselx.com)