lunes, octubre 25, 2010

DANÇA DA MORTE, de Nao d´amores y Teatro da Cornucòpia.

 El pasado domingo una coproducción de la compañía segoviana Nao d´Amores  y el Teatro da Cornucòpia de Lisboa pusieron en escena su versión particular de la Dança da Morte.
No voy a extenderme mucho en la programación general del  XV Festival Medieval d´Elx. Estoy seguro que todos los interesados ya se han hecho con un programa de mano o han consultado internet; y quien no lo ha hecho a estas alturas es sencillamente porque no le interesa.
Mi opinión particular es que veo especialmente pobre esta edición, como si lo hubieran confiado todo al indudable poder de convocatoria del Misteri.
Hay muchos eventos, eso es cierto, pero a poco que se rasca nada demasiado disfrutable para el ciudadano de a pie. Echo de menos algún concierto en San José, por ejemplo. Y teatro para adultos. Además, la confusa política de acceder a los espectáculos a través de invitación da evidentes ventajas a aquellos cercanos a la administración.
Dejando aparte estas cuestiones, el caso es que no quería perderme un espectáculo como el mencionado puesto que venía avalado por estupendas críticas.
El espectáculo es hermoso, de eso no cabe duda. Y los actores-músicos-danzantes son de lo más virtuoso en todas estas facetas. Por su parte a Luis Miguel Cintra no lo vamos a descubrir a estas alturas, uno de los grandes de la escena portuguesa. Solamente por escuchar su poderosa y a la vez aterciopelada voz merece la pena la asistencia.  Él es el eje de la acción interpretando a la propia muerte, adornado con bellas piezas renacentistas y un diseño de luces que es un primor. Un montaje fino. Recupera una forma primitiva de hacer teatro. Y lo hace con un rigor y buen hacer innegables. No inventa nada, incluso el recurso ya socorrido de hacer sentar a los espectadores a ambos lados del escenario en un intento de hacer más apropiado el espacio ya se ha visto en otras ocasiones. Pero la dirección de Ana Zamora denota conocimiento del terreno que pisa.
Pero a mí se me hizo pesado. Una hora y cuarto en portugués y alguna que otra frase en español me parece excesivo para lo que al fin y al cabo era el espectáculo: el encuentro con la Muerte de una serie de personajes, todos ellos interpretados por unas jóvenes intérpretes, que hacen las veces de músicos y caracterizados tan solo por una serie de hermosos gorros y tocados: la reina, el cardenal, el labrador… Todo ello para llegar al fin y al cabo a la misma conclusión: todos somos iguales ante la Parca. Esto es lo que yo deduje de esa hora y cuarto. Poco más.  Todo eso se podría haber contado en una hora, qué digo, en cuarenta minutos.
Como digo, el espectáculo es bonito, de esos que te obligan a poner cara interesante, como que te estás enterando y te gusta.  Y luego no puedes confesar que te has aburrido porque te pueden tomar por una cavernícola.
Pero los auténticos cavernícolas no disimulan: móviles sonando, gente levantándose ruidosamente tan sólo unos minutos antes del final… Muy mala imagen pera nuestros vecinos lusos. Hay que ver, 20 años de festival y aún no hemos aprendido; nos metemos en el sacrosanto recinto del teatro sin saber lo que vamos a ver. Yo también sufrí cierta desesperación por que todo acabara de una puñetera vez pero sabía que era un riesgo que merecía la pena correr. La escena final, uniendo las dos partes de la escenografía (un púlpito y un coro de madera) para transformarse en la barca de Caronte mitigó en parte el sopor y mostró una de las estampas más bellas que he visto en los últimos tiempos sobre un escenario. Pero ni siquiera ese momento supieron rematarlo y lo alargaron en exceso de nuevo.
Da igual, yo me fui regodeándome con la voz de Cintra todavía en mis oídos. Con eso me di por bien pagá. Que no es poco.
La dança da Morte se representó en el Gran Teatro de Elche el domingo 24 de Octubre.