
Mucho se ha hecho esperar La Carátula para su regreso a los escenarios. No es que haya estado inactivo en el sentido estricto de la palabra, pero sus últimos montajes (Amores imposibles, Sin nadie con quien hablar verdaderamente…) no eran sino meros espectáculos de narración oral.
Y bien mirado Las Mujeres y el Mar no es más que eso, una selección de poemas del aquí casi desconocido autor griego Yannis Ritsos más o menos dramatizados, pero con la diferencia de que aquí el envoltorio supera el fondo y consigue tener una entidad propia más que estimable. Antonio González dirige con oficio a las estupendas actrices que conforman el elenco: Ana Esclapez, Emma López, Cristina Maciá y Ester Poveda que cumplen a la perfección su cometido de coro de mujeres que dinamizan la puesta en escena y realizan la mayoría de las (escasas) acciones. Como eje central la gran matriarca, la actriz uruguaya de origen libanés Dahd Sfeir, que ofrece una gran compostura a su personaje aunque este resulte en ocasiones demasiado estático sobre el escenario lo cual no contribuye precisamente a agilizar el ritmo del espectáculo. En la función a la que asistí además (el jueves 8) sufrió alguna laguna en el texto que pudo poner en apuros al resto de
actrices aunque se solventó sin mayores complicaciones. Por último, una niña, Alba Cerdeiriña, sin duda símbolo del mañana,de la mujer del futuro. Su presencia supone un aire fresco en la a veces, estancada acción.
A estas alturas, es de justicia decir que
dicho espectáculo necesita de un constante esfuerzo del espectador más bienintencionado para poder ser disfrutado. Pero si logras entrar (como fue mi caso) en ese universo que nos propone su experimentado director los motivos de disfrute son muchos. Y es que, como ya he expuesto al principio,
la delicada puesta en escena, con un escenario enteramente en blanco, una escenografía que sugiere más que muestra y una iluminación y sonido que ayudan a crear esa ilusión, ese ambiente genuinamente Mediterráneo tan entroncado con nuestras raíces, denotan, en
González una sensibilidad difícil de encontrar sobre un escenario con los tiempos que corren. El espectáculo, en fin, se muestra sencillo, amable con un claro mensaje positivo a pesar de las tragedias que, a menudo, las mujeres que comparten sus maridos con la mar tienen que sufrir. Quizá ese espíritu sea el que permita que salgamos relajados, medianamente satisfechos a pesar de estar lejos de haber visto un espectáculo redondo. Y es que, también hay que decirlo,
el montaje adolece de diversas imperfecciones que merman el conjunto y que, en una obra de estas características tan personales, no se puede permitir. Por si no logro hacerme entender me remitiré al montaje de loscorderos.s.c visto en nuestra ciudad el pasado mes de septiembre,
Crónica de José Agarro
tado, un espectáculo más difícil y arriesgado, si cabe, que este que ahora nos ocupa pero muy disfrutable merced a la perfecta coordinación de sus dos intérpretes y a la limpieza de su propuesta escénica. Esto no suce
de aquí siempre y de ese modo sus principales bazas (unas actrices en gran estado de forma, un envoltorio bello, etc.…) se resienten. Es posible que lo único que necesite sea un mayor rodaje, pero lo cierto es que una vez visto da la sensación de que Antonio González no ha terminado de engendrar una obra redonda. Ya hace demasiados años que La Carátula dejó de ser ese grupo potente que se convirtió en referente, no solo de nuestra ciudad, sino de todo el teatro independiente español. Volver al puesto que les corresponde por historia, por trayectoria, por experiencia sobrada, no es tarea de un solo paso. No obstante, con “Las Mujeres y el Mar” creo que, si se ha dado, este ha sido en la dirección correcta.
"Las Mujeres y el mar" se representó en el Gran Teatro de Elche los días 8 y 9 de Noviembre de 2007.
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