jueves, junio 28, 2007

X MUESTRA DE TEATRO EN ENSEÑANZAS MEDIAS. Los estudiantes toman la palabra.


La semana pasada, del 18 al 23 de Junio, se celebró en el Gran Teatro la X Muestra de Teatro en Enseñanzas Medias, donde participó una variada representación de los institutos de nuestra ciudad. Aunque he de confesar que me da pereza este tipo de eventos me obligué a mi misma a acercarme al teatro y ver algunos de los trabajos que los alumnos ofrecieron durante estos días.
Desgraciadamente, por mi horario, sólo pude asistir a las representaciones que se realizaron a las 22.30. La hora es algo intempestiva para ser la mayoría de funciones entre semana pero como el tiempo ya invita a no quedarte en casa decidí dejarme caer durante estos días antes de que el vacío cultural se apodere de los meses de verano.
No toca aquí hacer una crítica al uso de los distintos trabajos que tuve la ocasión de ver. Todos ellos dignos, todos ellos fruto del esfuerzo de unos jóvenes que deciden emplear su tiempo libre en un arte tan maravilloso como es el teatro, una de mis más grandes pasiones. Y como además se atreven a subir a un escenario, algo que a mí siempre me ha resultado digno de admiración, pues mi doble enhorabuena.
Esta semana hemos tenido, gracias a ellos, la oportunidad de conocer obras de autores como García Lorca, Plauto, Arrabal, Arniches, Alfred Jarry…
Como digo, todos ellos trabajos dignos, hechos con ilusión y seguro que con sus dosis de esfuerzo. Que gran obra de la dramaturgia moderna es ese “Ubú Rey” propuesto por el grupo de la UMH dirigido por Garzón. Siempre un placer revisitar esa parábola anti-militarista que es “Pic-Nic” de Arrabal (aunque el montaje estuvo plagado de “complicaciones” técnicas) que puso en escena “Sahara” del I.E.S Sixto Marco y disfrutar del oficio que demostró el grupo de La Torreta con una obra de Berbell o el entusiasmo de el grupo del I.E.S La Asunción con su particular parodia de las tragedias griegas.
No obstante, echando una mirada retrospectiva a lo que tuve la oportunidad de ver durante la semana no pude evitar hacerme la siguiente reflexión: ¿Eso es todo lo que se puede hacer para promocionar el teatro entre los estudiantes de Secundaria por parte de todos los responsables de la Muestra (organización, políticos, educadores…)? ¿Es esto todo lo que se merecen aquellos estudiantes que deciden ajustar sus ya apretadas agendas poniendo en escena un espectáculo teatral? Creo sinceramente que no. Y de ahí que hay decidido hacer una serie de reflexiones (o recomendaciones, como prefiráis llamarlo) dirigidas a los responsables de este tipo de actividades:

En primer lugar, a los organizadores les diría que visto desde fuera me pareció que había tanta falta de cariño en la concepción y realización de la Muestra que mis sentimientos eran más lastimeros que otra cosa. Ni siquiera tuve la oportunidad de hacerme con un folleto de la programación de la semana (aun me pregunto donde los tenían escondidos) y tenía que aprenderme de un día para otro lo que iban a hacer gracias a una rápida mirada del cartel colocado en la Marquesina (un acierto por parte de la organización, esto de poner algún que otro cartel). La exposición del hall del teatro se me antojó insuficiente, limitándose a una sucesión de fotos y carteles que no nos decían nada a los ajenos a dicha Mostra; una exposición cargada de autosuficiencia y poco espíritu crítico hacia, como digo, aquellos que deberían hacer más para que el teatro estuviera más presente entre los jóvenes: instituciones, medios de comunicación, educadores…

En cuanto a los políticos les advertiría que se hecha en falta ver la presencia de algún responsable político en ALGUNA de las representaciones. Pero no nos engañemos; esos señores y señoras sólo acompañan a la cultura en cualquiera de sus expresiones cuando está la cámara de un periodista cerca. En realidad poco les importa lo que hagan o dejen de hacer un puñado de estudiantes. La cultura no da votos. “La clase dirigente” se me antoja bastante analfabeta culturalmente y en esta ciudad sólo parecen asistir para ver a los consagrados (ahí se aseguran un buen número de cámaras alrededor) o para ver el Misteri, eso sí, siempre que venga alguna autoridad de fuera. Supongo que estarían el día de clausura para entregar los consabidos trofeos. No lo sé. Cuando acabó la representación he de confesar que salí a cenar sin quedarme a dicha entrega. Esos actos me suelen producir indignación y sueño a partes iguales… Suelen ser actos estirados, burgueses y cargados, una vez más de autocomplacencia. Afortunadamente, soy optimista y creo que la gente va despertando. Que se rebela contra la idea de tratarnos como borregos en materia de cultura, urbanismo, sanidad, etc… de darnos coba una vez cada 4 años para después hacer lo que les venga en gana con ese cheque en blanco de una manera casi feudal. Los datos lo atestiguan: cada vez más abstenciones. Deberían plantearse los políticos una mayor cercanía hacia los jóvenes, máxime en una materia tan cargada de sensibilidad como es la cultura. Que piensen, si eso les ayuda a motivarse, que van a ser los votantes del futuro.

Por último, a los educadores (monitores, directores de los centros, padres de alumnos, etc…) les exigiría que se preocupen por el nivel de rigor en los trabajos que sus estudiantes van a mostrar. El teatro es algo más que soltar a unos pobres muchachos sobre un escenario para que vomiten de una manera mecánica un texto ante un auditorio de padres y madres complacientes. Hay algo más. No me vale tratarlos como seres anormales que apenas serian capaces de hacer un trabajo digno y de calidad por el simple hecho de ser adolescentes. Y no diría esto si no me hubiera (una vez más) sorprendido el trabajo que mostraron los actores del grupo “Oscar Martín” del I. E. S Carrús el viernes noche. Es increíble lo de estos púberes. Como fueron capaces de transformar un texto de un autor nada estimulante a priori (al menos para mí) como es Carlos Arniches, en un espectáculo lleno de color, de vida. Esos muchachos me ofrecieron con "El amigo Melquiades" la hora y media más agradable del día y eso tengo que agradecérselo. Ignoro de quien fue el mérito; si del apoyo del centro, si del interés de la Asociación de Padres, si de su director… probablemente una combinación de todas. Del talento y el trabajo de los muchachos desde luego. Mi enhorabuena a todos ellos porque nos demostraron además que se puede hacer algo más. Que basta con creer en ellos y no tratarlos como “seres a medio hacer”.

Valgan estas reflexiones ahora que, por primera vez entra aire fresco en el Instituto Municipal de Cultura. Ahora que cambian de manos la gestión cultural de nuestra ciudad con lo supone de ganas de renovación, entusiasmo de la gente que entra y buenas intenciones, al menos durante los primeros meses. Quizá alguno de esos dirigentes tome buena nota de estas reflexiones y se plantee hacer algo al respecto. Quizá alguno caiga en el hecho de que el verdadero premio para un muchacho no es una placa o un trofeo sino el derecho de hacer las cosas en condiciones, con educadores preparados para ello, con el apoyo de sus centros y el verdadero reconocimiento de unos políticos que vayan allí para algo más que para hacerse la foto. A este respecto si que tengo que añadir, con todo el desencanto de mi corazón que me encuentro en el grupo de los pesimistas.

miércoles, junio 06, 2007

"BACANAL, LA FIESTA DEL VINO". Maracaibo vuelve por sus fueros.

Hacer una crítica del estreno de un espectáculo de calle, donde el público representa un elemento tan participativo e integrado en la propia puesta en escena resulta difícil. Así, y aunque lo primero que se observa detrás de esta orgía de luz, música y color son algún que otro bajón de ritmo y la falta de un acoplamiento algo más cuidado entre escena y escena, no creo que sea justo darle especial importancia a esto hecho ya que, como digo, la condición de estreno supone un especial “handicap” es un montaje de estas características.
Hecha esta salvedad comentar que “BACANAL, LA FIESTA DEL VINO” es más de lo que nos tiene acostumbrados esta veterana formación ilicitana. Es decir, a quien le agrade sus montajes saldrá satisfecho y a quien no, bueno, simplemente que no lo vea.
Y es que cualquier espectáculo de MARACAIBO se funda básicamente en lo mismo: una exultante combinación de fuegos artificiales, pegadiza música, vestuario colorista y unas efectivas (y efectistas) coreografías de personajes y aparatos, todo ello unido bajo el pretexto de un mínimo hilo argumental. Pero aquí hay que saber distinguir. Maracaibo demuestra oficio en cada nuevo espectáculo de calle que nos ofrece y eso ya es decir mucho en una población que ha tenido que sufrir más de una vez, y bajo el nombre de teatro de calle, pura caspa, algunas subvencionadas por dineros públicos para más inri. Avisar que este no es caso.
El espectáculo se divide en cuatro grandes escenas: La Mitología, la Taberna, la Vendimia y la Bacanal. La acción de desarrolla sobre un escenario montado para la ocasión y se va alternando con pequeños recorridos entre el público. En esta ocasión, no obstante, el hilo narrativo se torna todavía más pobre de lo acostumbrado (la adoración que las distintas culturas han hecho a lo largo de la historia al vino) y algunos recursos tales como el de enumerar tópicos y frases hechas en torno al vino se me antojan algo simples, quizá demasiado evidentes.
Pero quitando momentos puntuales, decir que el espectáculo tiene frescura, una vitalidad a la altura de los mejores trabajos de calle de la formación y que proporciona una diversión más que agradable de ver. Es posible que la compañía no nos haya ofrecido aquí un Ribera del Duero (quizá tampoco lo hayan pretendido jamás) pero si hay que decir que nos dan a beber un refrescante tinto de verano que todos los presentes aceptamos a beber con gusto.
La novedad más llamativa de este nuevo montaje la encontramos en la confección del reparto, especialmente el masculino que es el que lleva mayor peso en la narración. Junto a los habituales Juan Carlos García y Mariano Martínez, actores que se encuentran como pez en el agua en esta lides, sorprende ver a dos intérpretes hasta ahora especializados (hasta donde tengo conocimiento) en un teatro más propiamente “de sala”. Xavi Rico es un actor ya suficientemente conocido (y reconocido) en nuestra ciudad. Creador junto a Miravete de la CRC, la última vez que tuve la oportunidad de verle fue en "El Ángel del Apocalipsis" donde interpretaba a San Vicente Ferrer. Actor de raza, no parece, sin embargo, terminar de encontrar su sitio en este espectáculo durante la mayor parte del desarrollo del mismo. La seguridad que suele demostrar sobre las tablas de un escenario afloró aquí en contadas ocasiones fruto, sin duda, de la falta de rodaje. Curiosamente la otra novedad, Roberto Martínez, un actor mucho menos dotado técnicamente, sabe suplir su falta de recursos con una endiablada exhibición de fuerza, energía y coraje que muchos supieron reconocer. Conclusión: en teatro de calle la potencia es mucho más importante que la técnica. En cuanto al apartado femenino, por su parte, cumplen con su trabajo más cercano a la danza que a la interpretación, hábilmente capitaneadas por las habituales Cristina Maciá y Ana Carreño.

Por lo demás un espectáculo refrescante, colorista, de rápido (y agradable) consumo que además nos descubre un espacio nuevo (y muy aprovechable) de la ciudad: La Plaza de Castilla. Hay que felicitarse por la iniciativa (ignoro si de las autoridades o de la propia compañía) de descentralizar los espacios teatrales y lúdicos de la ciudad y hacernos, como digo, encontrar nuevos lugares de encuentro cultural entre los ilicitanos.

Un acierto: Su apenas hora de duración. La justa para que nunca se nos haga pesado de ver.
Un Inconveniente: Un cierto regusto a “deja vu”.

“Bacanal, la Fiesta del Vino” Se representó el Sábado, 19 de Mayo de 2007 en la Plaza de Castilla de Elche.