sábado, diciembre 30, 2006

"NO ES TAN FÁCIL": Cuando Calandraca encontró al Tricicle.

Calandraca es la historia viva del teatro amateur en Elche. Si no recuerdo mal, era yo aún una tierna púber cuando esta formación ya nos ofrecía sus comedias todavía con su antiguo nombre de “Teatraja”. Y así hasta nuestros días. Desgraciadamente el peor enemigo de este grupo siempre ha sido su gusto a la hora de escoger los textos que montar y cuyo criterio (si lo hay) a día de hoy todavía se me antoja un enigma. “El Tonto es un sabio”, “Soy de España”, "Fuera de quicio" (el peor texto con diferencia del apreciable Alonso de Santos), Santiago Moncada... pueden dar una pista del tipo de teatro al que solían acostumbrarnos. Eso sí, este grupo siempre me ha parecido consecuente y muy honesto: era ese el teatro que les divertía, que les gustaba hacer y a nadie pretendían engañar, la gente sabía lo que este grupo les iba a ofrecer y al que no le gustara pues, simplemente se quedaba en casa. Esto era así al menos hasta que se cruzó en su camino Paco Mir.

Paco Mir es conocido por ser el miembro alopécico de “Tricicle” (uno de los más flaglantes casos de sobrevaloración teatral en este país), hoy reconvertido en autor y productor teatral. La única referencia personal que tengo de su trabajo es la adaptación teatral de “La Cena de los Idiotas” en la cual traiciona el espíritu original de la obra imponiendo un “idiota” final feliz.

Como ya puede suponer a estas alturas el lector más avezado, mi predisposición a ver este “No es tan fácil” era más bien nulo. Pero los amigos, “que si les dirige una tal Gavaldá, que si han trabajado el gesto y el mimo, que si han ganado muchos premios entre Pinto, Cheste y Valdemoro…” Total, que me dejo enredar y allá que vamos con la mejor de las intenciones y la menor de las espectativas. Pero que mi poca predisposición no sirva para acusarme de excesivamente quisquillosa con la obra. Todo lo contrario; cuando una va con pocas espectativas cualquier cosa que te ofrezcan, por poco que sea, la agradeces y sales hasta contenta...

Desgraciadamente, ese “cualquier cosa” no llegó en ninguno de los interminables minutos del espectáculo.

Nada más empezar la obra y soltar las primeras lindezas ya me di cuenta del percal. Mis amigos fueron más ingénuos y no empezaron a sospechar nada hasta pasados quince minutos, un tiempo más que razonable como para que una supuesta comedia te haga alguna gracia, lo que sea; un chiste, algún virtuosismo de actor... insisto, lo que sea. Pero nada, absolutamente nada. El abismo. Un agujero negro…

¿Las razones?

Primero, el texto. Una vez más un misterio saber qué han visto en este texto tan, tan… “rancio” esa es la palabra exacta. Chistes del tipo “cuando meas parece que estás echando tu firma en el retrete” son más propios de las películas de Esteso y Pajares que de esa comedia elegante y sofisticada que nos querían vender. Juega con todos y cada uno de los tópicos de pareja (en este sentido es absolutamente previsible el desarrollo de la obra) pero de un modo simplón, sin la mordacidad de Edwar Albee o Woody Allen; vamos, ni siquiera con la chispa de los Hermanos Quintero (y pongo a estos últimos como ejemplo para que no se me tache de excesivamente moderna).

Segundo, los intérpretes. No quiero cebarme en este apartado demasiado. Está claro que hicieron lo que pudieron dadas las circunstancias. Que fue bastante poco. Es evidente la bisoñez teatral de Roberto Martínez que lleva gran parte del peso de la obra, empezando por esa precipitación a la hora de soltar texto que debía haber sido corregida por su directora. Su partener masculino, Sergio Boix no ayuda mucho a la causa; a su personaje le falta comicidad, presencia, fuerza…
Mejor el elenco femenino. Rosa Rodes es la única capaz de insuflar algo de vida al conjunto, de mostrar desenvoltura en su cometido. Esther Montesinos cumple con solvencia su papel secundario aunque el iluminador le hizo un flaco favor empeñándose en tenerla en penumbras en la única escena en la que su personaje adquiere cierta relevancia. Una iluminación, por cierto, que daba la impresión de estar siendo improvisada sobre la marcha.

Tercero, la dirección. No dudo de la competencia como docente de esta señora, Helia Gavaldá, la cual parece ser que estudió mimo y pantomima en el prestigioso Institut de Teatre de Barcelona. Pero es evidente que como directora le falta un hervor. Su propuesta escénica francamente pobre. El intento de descodificar la barra del bar para darle múltiples funciones raramente resulta convincente, el movimiento de los actores en escena absolutamente plano, sin aprovechar la totalidad del espacio… Como aspecto positivo decir que logra al menos una unidad estilistica en el conjunto, cosa que se ha echado en falta en otros trabajos de este grupo.
En cuanto al trabajo gestual, ¿qué quieren que les diga? se limita a unos pocos juegos previsibles, realizados con suciedad y de dudosa efectividad cómica (como el repetido recurso del barman de servir el coktail directamente en el gaznate de su cliente). Todo esto lo sufría yo en silencio, como las hemorroides, esperando con paciencia que pasaran los minutos y, eso sí, observando divertida como mis bien intencionados acompañantes iban paulatinamente retorciéndose en sus respectivas butacas.

Al final caras de cabreo de mis amigos. Uno de ellos conocía a alguien de los que participaban (no recuerdo a quién) y ¡horror! los actores, en un ataque de vanidad, esperan a los espectadores en la puerta de salida para abordarles y pedirles opinión aprovechando el estado de “shock” de estos. Mi amigo da dos besos (de Judas): “muy bien, muy bien. Enhorabuena”... Yo sorprendidísima, no por la falta de sinceridad (comprensible y prudente en tal situación) sino por que descubro en él a un actor más creible que los que había visto hacía unos instantes sobre el escenario. Se lo comento divertida pero no le sirve de consuelo: se va avergonzado, como el que sabe que ha realizado una bajeza, que ha mentido a una amiga, que la ha traicionado... Y, paradojas de la vida, soy yo la única de mi grupo que sale del teatro con una sonrisa irónica en los labios. Le invité después a una copa; ya se sabe que el alcohol sirve para mitigar los remordimientos. Al fin y al cabo es lo único que me quedó claro después de ver este espectáculo.

Y es que ofrecer un montaje trabajado, riguroso, preciso, que busque algo más que la risa fácil, al margen de todos los premios de certámenes amateurs que uno pueda ganar -por muy nacionales que estos sean- , francamente, no es tan fácil…

Próximas críticas teatrales:
"Uno, Dos Tres Maletas" de Garou Teatro y "Un Enemigo del Pueblo" de Atrote Teatro & Cía. Clasica de Comedias.

jueves, diciembre 21, 2006

"MAGNOLIAS DE ACERO", Mujeres en la peluquería.

De entrada comentar que a mí "CARAFUR" nunca me ha resultado un grupo con una trayectoria especialmente interesante. He visto antes de estas magnolias dos montajes suyos de los cuales ni siquiera he logrado recordar sus nombres; cada uno me resulto exactamente igual que el otro y por reseñas que he leído de otros espectáculos suyos, me temo que así debe ser con los demás. Sus obras están más próximas a El club de la comedia y 5 mujeres/gays/solteros/etc.com y otros inventos por el estilo que han sido diseñados en estos años de pobreza cultural para atraer principalmente a la gente que no se arrima a un teatro ni a punta de bayoneta. Así, pues, no esperaba demasiado de esta versión de la obra de Robert Harling que el director Herbert Ross ya llevó a la gran pantalla hace algunos años con un estupendo elenco femenino que incluía a una incipiente Julia Roberts entre sus protagonistas.
Pero una procura no tener prejuicios cuando se trata de teatro y este cambio de registro en la compañía ilicitana se merecía al menos un voto de confianza por mi parte... Y el esfuerzo mereció la pena.

Y mereció la pena principalmente por el excelente trabajo de las seis actrices que durante dos largas horas supieron mantener al público enganchado a las peripecias de sus personajes, compartiendo con ellas sus emociones, alegrías, tristezas... todo ello gracias a un trabajo colectivo de composición más que elogiable. De todas ellas, mención especial para Susi Muñoz, como Truvy, dueña de la peluquería donde se desarrolla la totalidad de la acción, que supo manejar el tempo de la obra perfectamente, sirviéndole de contrapunto Laura Rodríguez, magnífica también como interprete de la entrañable Anelle, la tímida y despistada aprendiz de la que pocos datos conocemos al comienzo de la trama. A través de ellas, el resto de actrices fueron subiéndose perfectamente a ese carro conforme iban apareciendo sin que ninguna desentonase lo más mínimo.

Pero el principal milagro de esta puesta en escena es que el logrado ritmo de diálogos y réplicas, la fuerza de los personajes y el movimiento en escena de los mismos, sin apenas indecisiones, hizo que tuviéramos la sensación de estar ante una obra rodada y no ante un estreno, con todos los nervios e imprecisiones que esto conlleva, lo cual habla muy positivamente del trabajo de equipo de este grupo.
Leí en algún comentario en prensa que el director no dejó ver la mencionada película a las actrices para que estas se vieran libres de su influencia. Bueno, puede que sea así, aunque era más que evidente que al menos su director si se la había estudiado bien, recreando la estética e incluso algunos gestos y situaciones de los personajes en las actrices de su grupo. Al margen de esto, la dirección es correcta, limpia, casi invisible. Da la sensación que no ha pretendido imponer nada sino dejar hacer a estas actrices. Y quizá haya sido lo más sabio a la vista del oficio y buen hacer que estas demuestran sobre el escenario. Un grupo de amigas que se nota que se entienden a la perfección dentro y fuera de escena. Y esto logran transmitirlo al espectador.

Al final, ovación general, público puesto en pie, ¡viva!, ¡bravo!, ¡la madre que te parió!... Pero no debemos dejarnos omnubilar por los dorados oropeles del éxito. Algunos detalles delataban la condición de grupo amateur y nos recordaba a aquellos espectadores que no teníamos a ninguna prima sobre el escenario que nos encontrábamos en el ámbito de lo doméstico.
Uno de esos detalles fue el nulo uso dramático de la iluminación. Este es ya un síntoma crónico de casi todos los grupos ilicitanos aficionados: el total desprecio por un elemento tan importante en escena como es la iluminación, el equivalente a la "fotografía" en cine. Es cierto que la obra, con una puesta en escena realista no se presta a muchos alardes luminotécnicos pero se hubiera agradecido una gradación en esas luces, cuando no ya algún que otro efecto dramático que potenciara las interpretaciones. Nada de esto existe, la luz se limita a "alumbrar" a las actrices, provocando cierto cansancio en el espectador. ¡Y en los créditos leo que hay dos diseñadores de iluminación!
El otro aspecto es un error de raíz y que potencia aún más el aspecto de "montaje amateur" mal entendido: la no correspondencia de los personajes con la edad real de las actrices. Así, el trabajo de una actriz tan capaz como Ester Poveda se vio perjudicado por tener que interpretar un personaje que seguramente le dobla en edad (y el poco aspecto juvenil de Ángela Girona como su hija no ayuda precisamente a la causa). Más evidente resulta todavía en la persona de Isa Velasco que se ve en la difícil papeleta de interpretar a Ouiser, la vieja amargada que en el film era interpretado por Shirley McLane, sin que en ningún momento nos haga olvidar que en realidad se trata de una actriz joven que le "ha tocado" interpretar a la anciana.
Para un público objetivo, que no se dejara llevar por la catarsis del momento, estos detalles le restaron credibilidad al relato y fuerza al conjunto.

No obstante - y quiero terminar esta crítica en positivo porque creo que es de justicia- estas circunstancias no restan mérito al estupendo trabajo de sus actrices y director que aprobaron este examen con nota alta y que, desde luego, supuso un gran paso adelante para todos ellos. De hecho, la que suscribe estas palabras les augura futuros éxitos en los diversos certámenes amateurs que campan por nuestra geografía, vocación más que loable esta y para la que parecen concebidas especialmente estas Magnolias...
("Magnolias de Acero" fue estrenada en el Gran Teatro de Elche el 24 de Septiembre de 2006).

Próximas críticas teatrales: "No es tan Fácil" de Calandraca y "Uno, Dos, Tres maletas" de Garou Teatro.

jueves, diciembre 14, 2006

Una Declaración de Intenciones


Pues como ya he adelantado anteriormente, voy a dedicarme en los próximos días a analizar lo más destacado (para bien o para mal) del teatro local de este año que ya toca a su fin. Pero como sé que a los artistas esto de tocarles sus obras les duele más que si le pegan a su madre considero oportuno hacer las siguientes aclaraciones, más que nada para ganar tiempo y evitar tener que ir dando explicaciones a nadie más adelante. De ahí que exponga la siguiente declaración (uy, que formal me está quedando esto, jeje):
1) Las manifestaciones que aquí expongo son única y exclusivamente mi opinión personal y siempre procuraré que estén razonadas y no se apoyen únicamente en mi gusto personal, aunque obviamente esto no es del todo posible ya que cualquier individuo percibe el mundo a traves de su percepción personal y subjetiva. Al fin y al cabo mi criterio es tan respetable como el de cualquier otro que halla estado viendo (y leyendo) tanto teatro como yo en los últimos 15 años.
2) El único límite que me autoimpongo es el del insulto personal y la crítica destructiva aunque nadie podrá negarme mi derecho al empleo de la ironía e incluso de la mordacidad. Como ya dije en su momento aunque no estoy metida en el mundillo de la farándula, sí que conozco a bastantes de sus miembros he incluso, ¿por qué negarlo? he salido de copas con algunos de ellos. Pero que no hayan susceptibilidades. Mi anonimato precisamente tiene la función de darme la libertad para criticar abiertamente el trabajo de aquellos que conozco sin que ninguna relación personal coarte mi opinión. Y creedme, si por algo me caracterizo es por la de no casarme con nadie.
3) Mucho he deliberado sobre el tratamiento que debía dar a muchos de los grupos locales que son aún de carácter amateur. Pero me niego a tratar con condescendencia un montaje por que se trata de un grupo de aficionados, que emplea su tiempo libre después del trabajo a ensayar con ilusión y bla, bla, bla, bla... Aquí hay muchos grupos locales que llevan toda la vida haciendo teatro, nombres como Sahara, Calandraca, Atrote, Nostre Teatre de Asprella, Quemarropa, NSM, Oscar Martín... Todos ellos con su gente curranta o estudiantes que no se dedican en exclusividad a esto y algunos llevan haciéndolo bien prácticamente desde sus incios, otros han aprendido y mejorado con el paso de los años y otros siguen ofreciéndonos, año tras año, auténticos horrores ... Así que el supuesto amateurismo de un grupo no va a ser excusa para librarse de una contundente crítica a su trabajo. Únicamente me cortaré con los grupos de estudiantes o que estén empezando con los cuales sólo me cebaré con sus directores y responsables si son adultos ya.
Y poco más que añadir. He ahí me declaración de intenciones. Si os parece mal o bien, como decía Clark Gable en la última escena de "Lo que el viento se llevó": "Francamente, no me importa", pero podéis opinar y, por supuesto, dejar vuestros comentarios.
Pronto aparecerá mi primera crítica y, como prometí a su director respondiendo a un comentario de este blog, será para analizar el estreno de "Magnolias de Acero" de Carafur Teatro. Así que...
¡Nos Leemos pronto!

martes, diciembre 12, 2006

2006: Un buen año teatral

De sobresaliente puede considerarse el año de teatro que hemos vivido en nuestra ciudad.
De un lado las numerosas y magníficas propuestas que hemos tenido la oportunidad de disfrutar de parte de las compañías más importantes de nuestra geografía nacional.
Así hemos tenido la oportunidad de disfrutar de compañías tales como DAGOLL DAGOM y su mayor éxito de nuevo reflotado: El Mikado; ELS COMEDIANTS (Las mil y una noches); LA PAVANA (Terapies), ANIMALARIO (Hamelin) o ELS JOGLARS (En un lugar de Manhattan).

De otro lado y no menos importante, ha resultado un año magnífico para la producción local. Prácticamente todos los grupos más significativos de la ciudad han tenido un protagonismo destacable en la programación del Gran Teatro por uno u otro motivo.
Quizá los dos grupos con más proyección fuera de la ciudad de las palmeras, La Carreta y La Carátula, han celebrado sendos aniversarios.
La Carreta es una de las referencias del teatro infantil en nuestra comunidad y celebraron su 20 aniversario con su espectáculo "El Teatrillo de la Luna"; La Carátula ya no es lo que era, desde luego, pero aun realiza apariciones intermitentes, la última hace apenas unos días para celebrar sus 42 años de teatro con uno de los últimos espectáculos que tuvieron cierta repercusión: "Pavana de Amor y Muerte".
Y después se ha producido la feliz coincidencia de que una serie de grupos que se caracterizan por ofrecernos en sus trabajos siempre un mínimo de calidad y rigor han llevado a escena probablemente sus montajes más ambiciosos hasta la fecha: la CRC con su versión libre de el Rey Lear de Shakespeare, Calandraca poniendo todos sus energías y medios al servicio de un texto de "el Tricicle" Paco Mir, Atrote Teatro demostrando que no le asustan los clásicos y atreviéndose a versionar nada menos que a uno de los padres de la dramaturgia contemporánea: Henrik Ibsen y Carafur sorprendiendo a propios y extraños con la puesta en escena de "Magnolias de Acero". A todos ellos y sus respectivos montajes me referiré en los próximos días...
Por último, otro grupo como Garou despide el año con varios premios en un certamen nacional, aunque esto de los premios, ya sabemos, siempre debe relativizarse...
Como ya he dicho, un año redondo para el teatro ilicitano.