jueves, septiembre 23, 2010

"...DE PIOJOS Y ACTORES" Sahara y el Teatro

Hablar de Sáhara Teatro es hablar como de ninguna otra compañía teatral en Elche, de su máximo responsable y director, David López, personalidad curiosa donde las haya. A David le conocemos tanto por sus ácratas comentarios como por sus artículos en el diario Información, generalmente poniendo a parir la política de la concejalía de Cultura. A pesar de ello, no le duele en prendas cambiar de actitud y fotografiarse sonriente con la concejala y deshacerse en elogios con motivo del estreno de su último trabajo. En una entrevista reciente menciona que este montaje supone el regreso de la formación después de varios años aunque consulto mis archivos y me encuentro con que el año pasado ya programó un espectáculo. El grupo es uno de los “históricos” de por aquí pero nunca, que yo recuerde, se le ha conocido logros fuera de nuestra tierras e incluso aquí van adquiriendo un status “de culto” ya que sus montajes son por lo general vistos y no vistos

Ayer tuvimos la oportunidad de ver su último trabajo estrenado casi de tapadillo en L´Escorxador el pasado mes de Agosto.

A José Sanchís Sinisterra le conocemos todos básicamente por su famosa “¡Ay, Carmela!” popularizada hace unos años por Verónica Forqué y José Luís Gómez y llevada al cine con Carmen Maura y Andrés Pajares como protagonistas. En “…de piojos y actores” vuelve al mismo tema, un claro homenaje al actor, pero no a ese que conoce el éxito y reconocimiento de crítica y público, no. Su homenaje es a todos aquellos que, con más hambre que talento, se dedican a patear esos pueblos de dios por una limosna o un mendrugo de pan. Aquellos que ofrecen su pobre repertorio con la esperanza de ser alimentados o, en el mejor de los casos, no ser tirados a patadas del pueblo. En la obra adaptada por Sáhara, Sinisterra no es tan concreto en cuanto a los parámetros espacio-temporales como lo era la citada “¡Ay, Carmela!” y los dos protagonistas hablan a un público indeterminado, esperando no se sabe muy bien qué y yendo no se sabe muy bien dónde, como rezaba otra famosa obra de Fernando Fernán-Gómez.

La puesta en escena es de un estilo feísta muy apropiado para la ocasión y la homogeneización del resto de elementos (vestuario, atrezo, escenografía…) denotan una meditada dirección de López, dando la unidad que todo espectáculo teatral recomienda. Lo hace además sin grandes alardes escenográficos lo cual confiere más mérito a esta puesta en escena y pone una vez más en solfa el argumento de que un grupo amateur no pueda hacer algo digno sin un presupuesto generoso.

Los intérpretes, Javier Díaz y Abraham Arenas realizan un esfuerzo mayúsculo para mantener ellos solos todo el espectáculo. Se muestran seguros y enérgicos en parlamentos y acciones, ganándose enseguida el respeto del público. Según palabras de su director en la mencionada entrevista, parece ser que ellos también regresaban a la escena después de algunos años sin que esa falta de actividad se perciba en absoluto salvo por una deficiente pronunciación que se produce en ocasiones (más allá del recurso del texto lanzado vertiginosamente como recurso cómico) y que obliga al espectador a un esfuerzo extra para entender lo que se dice. Los intérpretes no se muestran, en cambio, tan cómodos a la hora de conmover al espectador y mostrar su patetismo. Tampoco parece haberse trabajado demasiado los tipos y caracteres de ambos personajes ya que a pesar de la evidente diferencia física (orondo uno, más espigado el otro) no existe tal en el aspecto psicológico o al menos no está suficientemente diferenciada lo cual dificulta que el espectador se identifique en uno u otro.

El texto, como ya he dicho, ahonda en los mismos temas que con Carmela pero aquí revestido todo de un tinte muy próximo a Samuel Beckett que López ha sabido remarcar merced a su también indefinida escenografía que no sitúa en ninguna época o estilo concreto la acción, aunque todo ello con reminiscencias mediavales y renacentistas. Pero hay un problema que la dirección no ha sabido o podido esquivar y es que, llegado un momento el texto se estanca, el espectáculo no avanza y aparecen síntomas de cansancio que las chanzas de los personajes, por sí solo, se muestran insuficientes para sortear. Esto ocurre a mitad de espectáculo y, para mi gusto, dura demasiado tiempo, acuciado además por unas transiciones algo lentas que no se corresponden con la festiva (y muy apropiada) música que lo acompaña. La iluminación correcta, ajustada aunque con la sensación de que podría haberse aprovechado más en algunas escenas (caso del divertido momento con Abraham y el ángel). Afortunadamente, la obra levanta el vuelo en su tramo final, terminando con una bonita reflexión acerca de lo efímero que supone este medio teatral donde lo que ha sido ha dejado ya de existir sin que deje síntomas de que haya sucedido más allá del recuerdo de los asistentes.

Un recuerdo que al final es bastante grato, con la sensación de que probablemente hayamos visto el montaje más serio y mejor acabado de lo que llevamos de Mostra.

Fotos extraidas de elchedigital.es e Infoexpress.es

sábado, septiembre 18, 2010

"USTED TIENE OJOS DE MUJER FATAL": Shoah y sus mujeres

Enrique Jardiel Poncela es otro de los escritores que pertenecen a esa generación de humoristas de primera mitad del siglo XX que hoy se siguen representando periódicamente. De hecho, quizá siga siendo, a día de hoy, el más comercial de todos ellos. Aunque a mí me va más Mihura. El humor de Poncela quizá resulte más intelectual, (basado más en juegos de palabras que en un humor directo), pero siempre me ha resultado demasiado misógino para mi gusto.
La imagen que de las mujeres daban los autores de esta generación solía ser bastante machista: mujeres sumisas, cuyo máxima aspiración en la vida era encontrar al príncipe de sus sueños y crear un hogar, cuidar de unos niños y satisfacer en todo las necesidades de su maridito, siendo capaces a la vez de mantener la casa limpieza y su cardado en perfectas condiciones para colocar las zapatillas a su maridito cuando llegue cansado de la oficina. "La mujer adora al hombre igual que el creyente adora a Dios: pidiéndole todos los días algo", decía Poncela.
No es que yo ahora quiera hacer un alarde de feminismo trasnochado pero el texto de "Usted tiene ojos de mujer fatal" roza la misoginia. Caricaturiza a la mujer hasta convertirlas en eso, acólitas del dios hombre dispuesta a todo por satisfacer sus deseos. Teniendo en cuenta que el grupo Shoah traslada la trama hasta nuestros días, las situaciones todavía se me antojan más fuera de lugar si cabe. Afortunadamente el montaje no se toma demasiado en serio a sí mismo y ese aire desenfadado le viene muy bien a la obra, como en el momento en el que un grupo de mujeres se manifiestan exigiendo un hijo del protagonista. El hecho de que la portavoz sea un hombre travestido convierte la escena en un simpático reverso paródico de las manifestaciones de activistas feministas. Digamos que la deformación grotesca diluye el discurso.
Una de las cosas que de inmediato llama la atención es el cambio en la dirección del grupo, que en los últimos años ostentaba Antonio Vicente Chinchilla. Llama la atención porque desde el momento observamos que la característica concepción estética del que ha sido responsable hasta este año no se halla por ningún lado. J.Ginés Bas dibuja toscamente un salón con unos pocos muebles diseminados de manera excesivamente convencional, quedando el conjunto algo pobre. La obra además comienza titubeante, tardando unos minutos en calentar motores. Algunas escenas (curiosamente las que suelen tener pocos personajes en escena) están resueltas con suciedad en el movimiento, lo cual nos hace sospechar que nos encontramos con la puesta en escena de un director novel o al menos con escasa experiencia . Pero a medida que la trama avanza se nos despejan las dudas y empezamos a observar ciertos rasgos de identidad que han caracterizado siempre a otro grupo como es el Óscar Martín. Y es que J. Ginés Bas, pertenece a la innumerable cantera de actores y directores que anualmente surgen del grupo del Instituto Carrús, como pudimos comprobar en la emotiva celebración de su 25 aniversario en Junio.
El principal de esas señas de identidad es la fe de todos sus intérpretes. La fuerza con que acometen su trabajo es muy significativa si pensamos que Shoah también es un grupo de instituto. Es cierto que, como todo grupo de estas características, los desequilibrios en el reparto son casi inevitables. En líneas generales, el reparto femenino está mucho mejor posicionado que sus actores masculinos, (si exceptuamos el personaje de Oshidori, interpretado por Mario Molina) y el "feeling" entre la pareja protagonista es inexistente. Esto hace que en muchas ocasiones la trama avance con un ritmo irregular y el fantasma del tedio amenaze con aparecer. Pero su director parece tener la lección bien aprendida y la energía que imprime a sus intérpretes (la misma que él suele exhibir como actor)  unido al amor y respeto que muestran en todo momento hacia lo que están haciendo logra superar estos inconvenientes y ofrecer un montaje alegre y más que digno teniendo en cuenta las dificultades que puede suponer disponer de un amplísimo y joven reparto. Y el público así se lo hizo saber con una sonora ovación.
El resultado, finalmente, podemos calificarlo de modesto si se quiere, pero con un balance positivo. Definitivamente hay vida teatral en los Centros de secundaria.

Fotos extraidas de elchedigital.es

miércoles, septiembre 15, 2010

"A MEDIA LUZ LOS TRES": Mihura, Garou y el Público

El pasado lunes Garou abría la XV Mostra Dama d´Elx con un texto de Miguel Mihura. Mihura forma parte de una generación de autores cómicos que aparecieron sobre la mitad del siglo XX :Jardiel Poncela, Tono, Edgard Neville... "Tres sombreros de copa" no pasa de moda, como cualquier clásico que nació ya clásico, emparentando además con las vanguardias europeas del momento, especialmente Ionesco y Samuel Beckett. Curiosamente la versión de Garou se traslada a Estados Unidos, no se sabe muy bien por qué ya que Mihura gustaba de retratar la idiosincracia del españolito medio, con sus miserias y sus cualidades, tan dado a la grandilocuencia como a la perdida de sus conquistas (como su antiguo Imperio) de la manera más tonta, provocando ese sentimiento de inferioridad tan unido a nuestra manera de ser. Así lo ha retratado en Tres sombreros o en la serie de Ninette. Evidentemente al trasladar la acción a otro país esta lectura se pierde. No es que esto sea excesivamente importante, pero cuando una labor de dramaturgia no está encaminada a mejorar, actualizar o adaptar el texto a las necesidades de la representación, esta pierde todo su sentido más allá de un deseo de apropiarse de parte de la autoría del texto.

"A media luz los tres" es un buen texto y de este modo el grupo parte con ventaja. Ventaja que es prácticamente dilapidada nada más levantar el telón y mostrar la escenografía. Esta se compone básicamente de unos módulos cuadrados de madera a modo de pedestales para sostener los pocos elementos de atrezo (una lamparita, un teléfono, una botella...) diseminados por el escenario. Para colofón una pared blanca al fondo, sola, desangelada que sólo en contadas ocasiones se ilumina por detrás también sin demasiada gracia. La propuesta resulta inadecuada por varios motivos.

El primero es que no está en consonancia con la concepción del resto del espectáculo. Esa imagen cubista, casi surrealista (los personajes aluden a muebles que en realidad no lo son, decoración que en realidad no existe...) no se corresponde después con la propuesta escénica. Hubiera estado justificada si nos van a hacer una interpretación más conceptual que imite o exprese la materia a través de formas, luz o sonido (algo que sí se hizo en la espléndida Nuestro Pueblo a cargo de Oscar Martín en la anterior edición de La Mostra, por cierto) , un ejercicio de (anti) estilo a partir del texto de Mihura. Pero aquí no hay nada de eso. La propuesta es de lo más convencional y por tanto la elección de dicha escenografía se antoja arbitraria.
De este primer motivo se deduce el segundo: la escenografía queda excesivamente fría, pobre y sin personalidad. Sí, ya sé que estamos hablando de compañías por lo general carentes de grandes recursos económicos. ¿Pero dónde queda aquello de "la necesidad azuza el ingenio"?

Evidentemente, esto no echa por tierra, de por sí, todo el montaje. Así que equilibrada la balanza falta comprobar si el buen hacer de los actores nos hace olvidar pronto esta rémora e inclinar de nuevo el partido a favor de la obra. Desgraciadamente esto no sucede en casi ningún instante. Los actores parecen actuar, durante la hora y media de representación, a medio gas, sin el impulso necesario para llevar adelante una función de estas características. El ingenioso texto de Mihura es dicho con tristeza, sin chispa y sólo en algún momento en el que consiguen arrancar la risa del público los actores reaccionan levemente. La incomodidad de estos queda patente en las continuas imperfecciones a la hora de recitar el texto, algo que suele resultar del todo accidental pero que aquí, a base de reiteración, parece sintomático.

Jaume Quiles no conecta en ningún momento con su personaje Alfred. Un personaje gris no por lo que hace o dice sino por la manera en que está interpretado. Paradójicamente, la interpretación de Jaume resulta impostada, como cuando Alfred ensaya sus risas para hacerse de querer con sus hipotéticas conquistas. Israel Martínez interpreta a Barry, un tipo que, sin pretenderlo, suele tener con las mujeres la fortuna que se le niega a su amigo. Israel parece contagiado por la escasa energía de Jaume y desaprovecha prácticamente todas las oportunidades que le brinda su personaje secundario. Mavi Pastor representa una idealización de la Mujer, en general, interpretando a las distintas féminas que pasan por la vida del protagonista: la sofisticada del primer acto, la frívola del segundo y la casi beatifica del final. Mavi no siempre consigue un acertado trabajo corporal que la haga distinguirse de uno y otro personaje aunque curiosamente es la única que parece conectar en algún momento con su papel (especialmente en el segundo acto) provocando los mejores momentos de la obra, los únicos que nos sacan del letargo generalizado.

Como suele ser habitual en casi todas los grupos de Elche, el aspecto técnico tampoco ayuda. Es cierto que la selección musical es preciosa y la locución de la radio ofrece uno de los momentos más divertidos de la obra (¿porqué no aprovecharlo y abrir cada acto con una locución similar?), pero la mayoría de las pistas de efectos y de música estaban demasiado altos de volumen como para escuchar con comodidad a los actores (por no mencionar el hecho de que en alguna ocasión el sonido de lluvia desaparece del todo de manera injustificada) un aspecto este que hubiera sido fácilmente arreglado a poco que se hubiera dispuesto de un técnico con un poco de "oído". La iluminación no requería grandes efectos y así parece entenderlo su director que no abusa de ellos. A pesar de eso, me parece injustificada la pantalla de fondo que, como ya he dicho antes, obliga a tener una pared blanca durante toda la obra para apenas dos momentos puntuales en los que se ilumina.

Con todo lo expuesto, también he de decir que el espectador no se siente despreciado en ningún momento. La experiencia y el respeto que el grupo demuestra en las tablas es suficiente para sacar adelante la función, de manera que el público lo agradeció con su aplauso. Es probable que el grupo calculase mal la energía necesaria para llegar a un gran auditorio, y de este modo la corriente eléctrica no llega a producirse entre actores y público de manera continuada. Por eso insisto que es necesario que estos grupos se curtan, no sólo en pequeñas salas tipo Lonja o Centro social sino en otras de mayor formato. El caso es que la sensación final es la de un espectáculo a medio cocer, que no te deja mal sabor pero que difícilmente puede llegar a entusiasmar más allá de los incondicionales. Ni frío ni calor. Para esto, casi prefería el anterior montaje, Sorgiñak, en el que los actores (conscientes de lo endeble del texto) por lo menos eran capaces de poner algo más de sangre (y fe) en el escenario. Y el decorado quedaba mucho más bonito.

Fotos extraídas de elchedigital.es

martes, septiembre 14, 2010

"HUESPEDES" de Calandraca, Primer Premio Alicante a Escena 2010

La relación del prestigioso certamen Alicante a Escena con los grupos ilicitanos, ha sido una relación muy breve pero tormentosa, según comentan los que de esto entienden. Sólo dos grupos han conseguido salir premiados de dicho Certamen, pero hasta ahora nunca con el máximo galardón.

Fue el propio Calandraca quien en 2006 rompió la maldición y consiguió, no sólo pasar a la fase final sino llevarse el Tercer Premio con su obra No es tan fácil, dirigida por Helia Gavalda.

Justo al año siguiente, la Compañía clásica de comedias superaba esa difícil barrera al convertirse en el primer grupo de Elche en llevarse más de un galardón: 2º Premio y Premio de interpretación (para Joan Fabrellas) por su versión de Un Enemigo del Pueblo, dirigida por Antonio Chinchilla.

Ahora, cuando parecía que la participación de los grupos ilicitanos había tocado techo, es el propio Calandraca quien vuelve a hacer historia alzándose con el Primer premio por su último montaje, Huéspedes, dirigida por Javier Rico.

Un motivo por el que sentirnos todos orgulloso. Esto supone un gran reconocimiento para el grupo (más allá de Festivales amateur de segunda categoría) y confirma (por si alguien todavía lo dudaba) que nuestra ciudad es una gran potencia teatral en la Comunidad Valenciana. ¡Enhorabuena!

Por otro lado, la XV Mostra de Teatre Dama d’Elx comenzó ayer en el Gran teatro con una apertura llena de glamour en la que no faltaron los flashes de las cámaras y una exposición fotográfica de los grupos participantes. El sábado 25 se clausurará con la obra "El Idiota de Versalles" de Arden Producciones. Por medio trece espectáculos para todos los gustos, donde un año más destaca el humor, algo que no viene nada mal en los tiempos que corren.

Entre todas las propuestas, son varias las obras que no quiero perderme. Ya aviso que ni voy a verlo todo, ni voy a comentar todo lo que vea, pero en la medida que mi tiempo me lo permita sí escribiré mi comentario de aquellas obras sobre las que me apetezca escribir. Así que permanezcan en sintonía, que se dice. De momento, mañana miércoles toca "A media luz los tres" de Garou Teatro, obra que por cierto abrió ayer La Mostra de este año con un buen número de espectadores. Y ahora... ¡a disfrutar del arte de Talía!

Fotos extraídas de elchedigital.es